A pesar de haber iniciado las excursiones de nuestra nueva ubicación no quiero dejaros sin el relato de cómo fue el viaje y la toma de posesión del que haremos nuestro hogar durante una semana.
Abandonamos Zurich y alrededores para dirigirnos al Oberland Bernés. El recorrido se hace lento debido a las retenciones de tráfico que nos vamos encontrando, no olvidemos que hace un día espléndido con 20º de temperatura y bordeamos algunos
de los lagos más hermosos del país. Zug, Thun, Brienz…por un momento el paisaje nos recuerda a los fiordos noruegos, una extensión inmensa de agua nos inunda los ojos tras cada curva. El color de estos lagos es especial, un verde esmeralda más intenso según aumenta la luz del sol.
Por fin llegamos a Adelboden, o eso nos indica la señal en la carretera, lo cierto es que lo que vemos son casas desperdigadas y apartamentos que se funden en un entorno agrícola y ganadero. Con apenas un par de comercios a la vista. Nada que ver con nuestra forma de explotar el turismo aunque guarda cierta similitud con nuestros pueblos de montaña con deportes de invierno. Y eso teniendo en cuenta que es uno de las estaciones de esquí alpino más importantes de la región. Nos llama la atención la capacidad para no romper el equilibrio visual con la explotación turística de la zona.
Gracias a la ayuda inestimable de nuestro GPS y a recordar la estética del apartamento que, por primera vez y no sin algo de recelo, reservamos por internet en el conocido portal e-domizil, llegamos a la puerta donde se supone que debían estar esperándonos con las llaves. Cierto es que llegamos con algo de antelación por lo que decidimos llamar al teléfono de contacto del que disponemos tras un tiempo de espera prudencial. La voz de una señorita nos indica amablemente en varios idiomas que no es posible conectar con el número marcado en ese momento. Decidimos llamar al teléfono 24h de la empresa que nos gestionó la reserva y muy eficazmente nos indican que se pondrán en contacto con el propietario para ver que es lo que ha sucedido. Tras unos minutos de espera nos dicen que podemos encontrare las llaves en el buzón que está abierto en la entrada, es alucinante la tranquilidad con la que se conducen en esta zona. Olvido decir que dado que las plazas de aparcamiento están numeradas llamo al nuevo teléfono que me han proporcionado para contactar con la propietaria y preguntar que plaza nos corresponde convencida de poder apañármelas con mi recién estrenado primer curso de inglés. Tras oír una voz en alemán le suelto el típico “Do you speak english?” a lo que recibo un demoledor “Nein” Socorroooooooo!!! Jajajaja, es entonces cuando recurro a mi francés de colegio de monjas que tantas veces me ha sido útil y con las cuatro palabras que conoce consigue que entienda que es la número cinco. J.L. ya te lo dije en el sms, y lo repito, necesito por lo menos un primer curso de alemán. :p
Tras subir los bártulos al apartamento (y recordar que a pesar de haber reducido la cantidad de trastos que llevo a la mitad aún me excedo cada verano llevando cosas que no utilizaré) no podemos menos que salir a la terraza y extasiarnos anticipando el paisaje que veremos cada mañana al levantarnos y que, horas después, ya atardeciendo, se incendia con los últimos rayos del sol.Nos complace el pequeño apartamento con las comodidades necesarias para pasar lo que esperamos serán unas vacaciones de lo más agradable.
Para dar material a los que dicen que me quejo de vicio y como aviso para navegantes la anécdota del día. En otras ocasiones hemos llevado adaptadores para poder enchufar nuestros aparatos eléctricos en la red de algunos países europeos pero dado que últimamente no los hemos necesitado decidimos dejarlos en casa, meeeeec, craso error. Las tomas suizas son pequeñas y tan sólo podemos enchufar cosas como el cargador del móvil o de la cámara pero imposible hacer lo mismo con el ordenador y otros aparatos así que ni cortos ni perezosos nos disponemos a buscar una ferretería donde comprar un adaptador o en su defecto fabricar uno que nos sirva de apaño. Y mira por donde, uno de los escasos comercios de Adelboden es lo que necesitamos. Madre mía lo que nos costó hacernos entender después de la primera pregunta que nos formulan... spanish? La cadena fue esta, Carlos habla en español, yo le traduzco al inglés y un joven con nociones similares a las mías de éste se lo traduce al alemán al servicial y alegre dueño que no para de reír. Qué fácil es conseguir las cosas cuando hay verdadera voluntad de entenderse. Así que vuelta a casa con dos metros de cable, un par de clavijas y la certeza de lo bien que va que Carlos sea un manitas.
Juas! me meo! du iu spik doich? jiji.
ResponderEliminarPD: solete, el principio del relato lo tienes repe... ::)
Gracias secre, te pondré matrícula de honor en este examen, se nota que te "lo lees" todo jajajjaj!!!
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