miércoles, 18 de agosto de 2010

La garganta del Aare














Con las imágenes grabadas en nuestra retina y el sonido de las Trumelbachfalle retumbando aún en nuestra cabeza nos dirigimos a otra muestra que el agua nos enseña de su paciente poder erosivo.



La garganta del Aare, en Meiringen, nos abre sus puertas a un recorrido cercano y estéticamente enorme por su curso.
En este caso el agua discurre, con cierta placidez pero constante, por el lecho del río durante 1500 m escoltada por altas paredes de 180 m.
En su parte más estrecha sus paredes se aproximan entre ellas a un escaso metro de distancia.


La luz que se filtra, en los momentos en que el río sale de su íntimo recorrido,
consigue evaporar en pequeñas nubes de bruma una pequeñísima parte de ese río y nos muestra imágenes como éstas:


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